Educación y cultura en evolución

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El 28 y 29 de octubre desde la Fundación Argentina Porvenir organizamos un congreso sobre dos temas centrales para el desarrollo humano: la educación y la cultura. Inaugurado por el senador Martín Lousteau, la ministra de educación Soledad Acuña y el ministro de desarrollo económico y producción, José Luis Giusti, el evento reunió a políticos, académicos, docentes, periodistas y empresarios para compartir diagnósticos, experiencias y propuestas para pensar la educación del país.

Se planteó una visión compartida acerca del crítico estado de la educación y de los desafíos pendientes de las políticas culturales. La mirada comparada e histórica revela que el derecho a la educación presenta severas deudas pendientes. Desde la lectoescritura, pasando por el pensamiento lógico-matemático o la terminalidad de la secundaria están en una situación de urgencia, que requiere ser priorizada en la agenda política.

El Congreso contó con la presencia de 2 invitados internacionales, Claudia Costin, ex secretaria de Educación de Rio de Janeiro, Brasil, y Cristian Cox, de la Universidad de Diego Portales, Chile. Ambos participaron del panel internacional de educación, en el cual colaboraron para entender la visión de la educación en Argentina a partir de la experiencia en sus respectivos países.

Se generaron 7 paneles que trataron temas de relevancia tales como “diagnósticos y propuestas para la educación” y “festivales e internacionalización de la cultura”. También, se dio lugar a 6 comisiones temáticas que abordaron problemáticas actuales cómo la comisión de oportunidades de aprendizaje en la primera infancia o la comisión de formación docente. 

Aunque todos los actores concernidos tienen cierto grado de responsabilidad en la crisis descrita, los gobiernos son quienes tienen la mayor posibilidad de generar transformaciones sistémicas. En un contexto muy restrictivo por la grave situación macroeconómica y social del país, la política educativa deberá pasar de una modalidad de abordaje a través de una multiplicidad de planes hacia una estrategia con foco claro y un mejor uso de los recursos. 

Para generar condiciones acordes para el aprendizaje será clave optimizar la articulación de la política educativa con las políticas sociales, de salud y justicia; además de mejorar la infraestructura y equipamiento escolar, reducir el ausentismo y la rotación de los docentes, y trabajar la convivencia interna, velando por mejorar la calidad de la enseñanza a través de estrategias como el juego con propósito pedagógico como el inicio de la alfabetización o la identificación temprana de necesidades específicas de aprendizaje.

Toda esta agenda requiere prestigiar la docencia. Cada docente tiene la posibilidad de afectar la vida de cientos de estudiantes en su carrera. Las condiciones laborales, la formación inicial y continua o las oportunidades de crecimiento profesional son claves renovar la imagen social y la atractividad de la profesión. A su vez, estos ambiciosos objetivos exigen profesionalizar el gobierno de la educación, que implica entre otras dimensiones mejorar la producción y el uso de la información, concursar cargos estratégicos, o revisar las estructuras y los procesos internos de los ministerios. 

El punto al cual llegamos es muy angustiante, pero tenemos que usarlo para tomar impulso y salir de la tendencia. De la educación y la cultura dependen las posibilidades de cada uno de nosotros de tener vidas más plenas; de ser parte de la economía del conocimiento. Ya supimos hacerlo hace más de un siglo, podemos hacerlo hoy.